Cómo ayudar a nuestros hijos a lidiar con acontecimientos traumatizantes

Todos estamos esforzándonos por lidiar prudentemente con los sucesos de esta semana, y con el torrente de emociones que se han despertado en nuestro interior. No hay manera sencilla de comprender tales actos. El hecho de que unas personas dañen a otras, sencillamente no tiene sentido. Como madres y padres, tenemos la tarea de manejar estos tristes y desagradables sucesos de maneras que hieran a nuestros hijos lo menos posible.

13 de septiembre de 2001

Todos estamos esforzándonos por lidiar prudentemente con los sucesos de esta semana, y con el torrente de emociones que se han despertado en nuestro interior. No hay manera sencilla de comprender tales actos. El hecho de que unas personas dañen a otras, sencillamente no tiene sentido. Como madres y padres, tenemos la tarea de manejar estos tristes y desagradables sucesos de maneras que hieran a nuestros hijos lo menos posible.

Enseguida hay algunos consejos sobre cómo ayudar a nuestros hijos y a nosotros mismos durante estos días.

  • Primeramente, debemos dedicar tiempo aparte y alejado de los niños para hablar entre adultos sobre nuestras emociones y reacciones. Los adultos traemos encima una carga enorme de emociones relacionadas con estos sucesos porque vez tras vez se nos ha hecho sentir impotentes y sin esperanza en cuanto a sucesos actuales e históricos. Nos será el útil deshacernos de los profundos sentimientos que cargamos a través de llorar y temblar de manera abierta, pero frente a otros adultos. Esto nos ayudará a recobrar nuestra habilidad de prestar atención al poder con que contamos y a lo que podemos hacer dondequiera que sea que nos encontremos. No nos podremos comunicar bien con nuestros hijos sin primero dedicarle tiempo a expresar y desahogar profundas emociones, sin esperar que nuestros hijos puedan manejar gran parte de esa carga.
  • Sin embargo, es importante que nuestros hijos vean que nos preocupamos por la gente, por la justicia en el mundo y por lograr la erradicación de actos en los que unas personas hieren a otras. Si se siente lastimado, llore abiertamente, pero sin dar una explicación detallada de sus emociones. “Estoy triste por algo que escuché en las noticias” es una buena explicación, acompañada por “y sólo necesito llorar un poco para deshacerme de mi tristeza.” Lo que los niños no necesitan oír son expresiones de coraje, desesperanza o impotencia.
  • No es bueno para niños muy pequeños el conocer todos los detalles de lo que ha ocurrido. Ellos no pueden digerir esta clase de daño y les puede aterrorizar el ser expuestos a las imágenes y  emociones horrorizan tez y dramáticas que relacionamos con los detalles. Para evitarles a los niños terror innecesario, podemos protegerlos de los medios de comunicación. Los reportes televisivos, las fotografías en periódicos y los comentarios radiales invariablemente comunican que los adultos no se sienten seguros, en control, y que no confían en otros. Es mejor mantener todo esto fuera del oído de los niños.
  • Concéntrese en sus vidas presentes, en las tareas y rutinas diarias, y en la dicha de estar juntos disfrutándose mutuamente.
  • Cuando sea necesaria una explicación, explique los sucesos en términos generales y con palabras que su niño pueda entender. Por ejemplo, podría decirle que muchos adultos están tristes porque algunas personas murieron de manera repentina, cuando nadie los esperaba, y que cuando esto sucede, a veces los adultos se enojan y se ponen tristes. Puede explicarle que usted también tiene sentimientos sobre lo que sucedió y que hablará con otros adultos para hacerse cargo de ellos.

Los niños a quienes se les expone a la televisión o a conversaciones adultas tensas y dramáticas necesitarán que se les tranquilice explícitamente. En específico, necesitarán oír que están seguros, que todo está bien y que usted hará lo que pueda para ayudar a que las personas trabajen juntas para que cosas como las ocurridas no vuelvan a pasar.

Si se le pregunta por qué sucedió esto, adapte su respuesta a la edad y experiencia de su niño. Reconozca que los adultos todavía no hemos podido lograr que todo sea justo para todos en el mundo. Puede explicar por ejemplo, que cuando ellos mismos sienten que las cosas son justas, lloran y se enojan y usted les escucha para luego buscar una solución. Pero mucha gente no tiene quien le escuche sus preocupaciones. De manera que a veces, esta gente se enoja y hace cosas que realmente no quería hacer. Tratan de conseguir que se les escuche de maneras dañinas.

Cuando hable con sus niños sobre injusticia e irracionalidad humana, también es importante explicar lo que en su familia se hace para ayudarse cuando alguien necesita atención. Por ejemplo, resuelven pleitos a través de escucharse atentamente; se aseguran de que nadie hiera a nadie con palabras; cuando es posible, usted pide a alguien que le escuche sus sentimientos de tristeza; y trata de ayudar a otras personas que están teniendo problemas, para que no pierdan la esperanza y su conexión con otros.

Al final de cuentas, los actos irracionales no tienen explicación para los niños porque no tienen sentido, punto. Por lo mismo, no se esfuerce demasiado en encontrar la explicación “correcta”. Los detalles no hacen razonable a la irracionalidad. Los niños necesitan una explicación del porqué los adultos a su alrededor están reaccionando, de que todo en su mundo está bien y que nosotros les estamos protegiendo. Necesitan ver que no dejamos de quererles, de cuidarles y de trabajar para que las vidas en nuestra familia y comunidad vayan bien.

Si su niño está asustado por el tono, las palabras o las imágenes que ha visto o escuchado, encontrará maneras indirectas de mostrarlo. Por ejemplo, podría despertar  llorando a medianoche, molestarse por no poder sentarse en su regazo durante la cena, o hacer un berrinche por no encontrar los zapatos que quería ponerse hoy. Durante estos períodos, nuestros niños necesitan que les ESCUCHEMOS, que nos mantengamos cerca y que les tranquilicemos mientras sientan tan grandes emociones. “Te prometo que después de la cena podrás sentarte en mis piernas” dicho en tono relajado, le permitirá a su niño llorar y luchar contra los sentimientos de temor y la tensión hasta que sus palabras tranquilizantes hagan efecto. El decirle: “ya después encontraremos el otro zapato, pero por ahora, no sé en dónde está,” le dará un buen escape a sus temores y preocupaciones.

A los niños, estos pequeños disgustos le sirven como “abrelatas” para las emociones que traen por dentro. Por lo general eligen una ocasión familiar segura, como la hora de la cena o de ira a dormir; o durante una hora más complicada como salir a la escuela o ser llevado a la guardería, para entrar en un disgusto y deshacerse de sentimientos incómodos de manera que al cabo de esto puedan sentirse seguros otra vez. Cuando usted escuche, espere que estos sentimientos permanezcan por un buen rato. Entre más cariñoso y comprensivo usted se muestre, más intensos surgirán los sentimientos. Esto es normal, saludable y una muestra maravillosa del sentido de seguridad que usted a ofrecido. No mencione la crisis que usted sospecha tiene que ver con todas estas emociones. El desahogo emocional de nuestros niños puede ser interrumpido en seco por nuestras interpretaciones. Es más efectivo el seguir refiriéndonos al pequeño asunto presente; que su niño escogió porque es de un tamaño que él puede enfrentar.

Y finalmente, cuando se encuentran frente a una crisis, nuestros líderes políticos se han distinguido por usar la dolorosa emoción del momento para fomentar culpa, desconfianza, venganza y otras emociones tóxicas para avanzar agendas políticas y económicas. La promoción de verdadera justicia, entendimiento humano y repartición de poder y recursos en el mundo no se logran cuando participamos en culpar y reaccionar violentamente. En tiempos de crisis, necesitamos escuchar bien a las emociones de la gente, para desarmar el componente reactivo y ayudarles a pensar con claridad. También es necesario que nos declaremos y organicemos en contra de “soluciones” reactivas que no hacen nada para corregir las injusticias que producen irracionalidad y divisiones entre la gente.

Como padres y madres, sabemos que toma mucho amor de persona a persona, trabajo y dedicación para mantener a un grupo de personas trabajando en mutua cooperación. Las habilidades que como padres desarrollamos son exactamente las que se necesitan para sanar a nuestra comunidad humana, persona por persona. Propongo que nos acerquemos más unos a otros, incluyendo a personas que parecen ser diferentes a nosotros, y que escuchemos con compasión para sanar la herida que hemos sufrido, y las injusticias bajo ella.

Por más información de las 5 herramientas de Hand in Hand para padres, lee nuestros libretos Escuchando a los Niños.

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