Reglas para jugar en grupo

Cuando usted y su niño inicien o se unan a un grupo de juego, o se reúnan con otras familias, será de ayuda si los padres acuerdan reglamentos o prácticas para manejar el inevitable surgimiento de situaciones difíciles ocasionadas por:

  • ausencia de los padres
  • comportamiento agresivo
  • aislamiento
  • pleitos por objetos

Si se han discutido y acordado prácticas a seguir, usted y los otros padres participantes tendrán la oportunidad de apoyarse mejor cuando surjan las desaveniencias. Es difícil tomar buenas decisiones cuando los sentimientos andan sueltos, y a menudo, los padres nos culpamos unos a otros cuando nuestros niños se “salen de la raya”. Con estos acuerdos se toman las decisiones básicas antes de que llegue los problemas.

Enseguida hay algunas sugerencias de prácticas para manejar estas situaciones y las razones por las que se recomiendan:

  • Ausencia de los padres (miedo a la separación). Incidentes en los que los padres tienen que dejar a su niño por unos momentos para contestar el teléfono, ir al baño o ausentarse por horas.
    • Los padres deben avisarle a sus niños desde la infancia cada vez que se tengan que ausentar, aunque sea por poco tiempo. Se le puede decir al niño a dónde van sus padres y por cuánto tiempo.
    • Si el niño se pone triste, sus padres le dejan al cuidado de otro adulto por el tiempo que no estarán. Ese adulto escucha al niño y le da confianza hasta que regresan sus padres.

Al implementar esta práctica se les da a los niños la información que necesitan para comprender su medio ambiente. (Aun a los bebés se les debe de hablar como si entendieran lo que les decimos: porque entienden mucho más pronto de lo que creemos.) Con esto también se les está brindando respeto mientras que ellos procesan los sentimientos que tienen en cuanto a separarse de sus padres u otras personas cercanas. El adulto que le escucha, sin mostrar desaprobación ni preocupación innecesaria, le da al niño calor humano, cercanía y un ambiente seguro para que exprese sentimientos profundos. En ocasiones como estas, el llanto de un niño le ayuda a expresar su amor y poco a poco pero por seguro, le libera de sentimientos de temor para la próxima separación.

  • Comportamiento agresivo. Incidentes como los de un niño empujando a otro o mordiéndolo, abrazando o besando a alguien que no lo desea.
    • Ya que el grupo de juego se haya reunido una vez o dos, los padres notarán cuáles niños actúan agresivamente cuando están asustados.
    • Se debe dejar bien claro quiénes de los adultos, si no es que todos, serán los “supervisores de seguridad” para los niños. En vez de ciegamente esperar que nada pase, estos adultos deberán estar bien pendientes, listos para cuando el comportamiento agresivo se manifieste. Estos adultos tomarán posiciones en las que con rapidez, gentileza y firmeza puedan detener el movimiento agresivo de un niño hacia otro.
    • Cuando una acción agresiva es detenida por el adulto más cercano a la situación, este adulto ofrece conectarse con el niño que agrede por medio de cariñosos contactos físicos y visuales. “No te puedo dejar que golpees a Daniela,” se puede decir con un tono de voz cariñoso. Si en este momento este niño o niña quiere ir a con sus padres, está bien dejarlo ir. Sus padres u otros adultos pueden escucharle los sentimientos que esta intervención trajo a la superficie.

Realmente, un niño no desea hacer daño ni ignorar los deseos de otros en cuanto a cercanía o brusquedad en el juego. Pero deja de ser considerado cuando está lleno de miedo o de tensión. El interrumpirle antes de que dañe algo o a alguien, y evitar acciones no bien pensadas, le evitará el sentimiento de culpa por haber herido a alguien y a menudo le ayudará a echar afuera los sentimientos dolorosos que le hicieron “salirse de la raya”. Para que el niño se pueda relajar, primero tendrá que deshacerse de sus sentimientos dolorosos. Cuando a un niño se le dé la oportunidad de llorar sin que se le avergüenze o repruebe, tendrá mayor capacidad de notar a otros niños y actuar apropiadamente.

  • Aislamiento. Situaciones en las que un niño no entra bien en el juego o “prefiere” jugar solo sin permitir el contacto con nadie.
    • Los adultos pueden hacer breves intentos de acercamiento a este niño, invitándole cordialmente a conectarse con ellos con otros niños. El dejar pasar unos minutos entre una invitación y otra le permitirá al niño tratar de usar su propia iniciativa para integrarse al grupo.
    • Si con estos intentos no se logra romper el aislamiento del niño, el siguiente paso será acercarse y quedarse con él. Escuche con atención si molesto, el niño expresa sus sentimientos. Su gentil reafirmación de que es bienvenido en el juego, será de ayuda.

En ocasiones, un niño estará tan atrapado en sus sentimientos que no podrá aprovechar la oportunidad de jugar. Si por si solo no puede salirse de su aislamiento, necesitaremos ayudarle–porque al dejarlo aislado le abandonamos sintiéndose tan mal que no puede hacer contacto con otros. El hacer contacto con él y acercársele hará que la tristeza que siente por su aislamiento suba a la superficie donde la pueda mostrar. Escucharle sus sentimientos hasta que por fin pueda hacer contacto le ayudará a saltar el tope de aislamiento que no le permite ahora jugar en el grupo. También le ayudará al niño a sentir más cercanía con el adulto que con cariño haya podido escucharle.

  • Pleitos por objetos. Se dan cuando un niño llega y le quita a otro el objeto con el que está jugando. También cuando un niño no sabe esperar su turno.
    • Es mejor si los adultos que intervengan lo hagan sin una urgencia por resolver el problema. Asegúrese a los niños involucrados que todo se puede aclarar.
    • Entre los adultos decídase de antemano cuáles serán las reglas en cuanto a tomar turnos, y apéguense a estas reglas. Entre bebés y niños pequeños, a mi me gusta tener la regla de que un niño puede jugar con algo durante todo el tiempo que quiera y que yo (u otro adulto), le ayudará al otro niño que quiere el mismo objeto a expresar los sentimientos que le acarrea el querer algo y tener que esperar por ello. Aquí se expresará mucho dolor y urgencia. Usted puede transmitirle confianza diciéndole: “Tú también podrás jugar con la muñeca (o el carrito) cuando Diana termine de jugar con ella. Te lo aseguro. Parece que tiene muchas ganas de tenerla.”

La regla de “Yo te voy a ayudar a esperar hasta que te toque” tiene muchas cosas buenas. Con ella, los adultos no tenemos que quitarle objetos a los niños para dar turnos. Entre a más niños se les quiten cosas sin ayudarles a trabajar en los sentimientos que esto causa, más probable es que se quiten cosas unos a otros.

La segunda gran cualidad de la regla es que le da a los niños la oportunidad de llorar abiertamente por sus sentimientos de deseo, bajo la amable atención de un adulto que respeta sus sentimientos. Esto le ayuda a los niños a trabajar en su apego a objetos como solución a sus malos sentimientos. A cambio, le ofrece la cariñosa atención de un adulto. Y aunque es un buen trato, el niño de todas maneras llorará hasta haber expresado su dolor. Cuando a un niño se le da la oportunidad de querer algo abiertamente y de ser escuchado al hacerlo, tiende a relacionarse mejor con los adultos y otros niños. Además, logra una mejor perspectiva en cuanto a la importancia de sus cosas.

Si usted se empeña en hacer respetar los turnos, el niño no expresará sus sentimientos de profunda necesidad por las cosas que desea. Cuando se llegue su turno, aún estará lleno de tensión, aferrado a un objeto y más enfocado en no dejar que otros lo tengan, que en disfrutarlo. Realmente, con lo que el niño necesita ayuda es con esta tensión. Un buen llanto puede ayudar a vencer la aferración que la mente de este niño tiene con el objeto, y a permitirle que disfrute tal objeto a plenitud sin temor a que otros interfieran cuando por fin lo tenga en sus manos.

Por más información de las 5 herramientas de Hand in Hand para padres, lee nuestros libretos Escuchando a los Niños.

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